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Severus y Lily pt. 1

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Mensaje  Heckling Dom Mar 08, 2009 11:08 pm

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- ... así pues, lo único que necesitáis para elaborar un antídoto que cure hemorragias nasales es pus de bubotubérculo y escarabajos peloteros, aunque muchos profesores os dirán que para curar una hemorragia es mucho más práctico emplear un hechizo (y con eso me estoy refiriendo evidentemente al profesor Flitwick), sin duda alguna la mejor curación es una buena poción – el profesor Stone finalizó la aburrida clase de Pociones del viernes quince minutos después de que el timbre sonara anunciando el final de las clases, pero los alumnos habían desarrollado la teoría de que Stone se estaba quedando sordo, así que estaban acostumbrados a que sus clases terminasen mucho después.
Severus, que se había dormido en la primera hora de Pociones y se había despertado nada más tocar el timbre con un respingo alarmante, levantó la cabeza desconcertado al ver que la gente comenzaba a abandonar el aula, creyendo equívocamente que había comenzado la segunda hora, en lugar de haber finalizado. Lily, que se sentaba a su lado, le miraba con una sonrisa burlona.
- ¿No se duerme bien en los dormitorios de Slytherin, Severus? – comentó con ironía, pues antes de iniciar el primer curso en Hogwarts, Severus había estado insistiendo en que Slytherin era la mejor casa de las cuatro – Deberías haber probado con Gryffindor. Las camas son estupendas.
- No tiene nada que ver si tengo sueño o no – contestó Severus con una sonrisa –, el profesor Stone tiene la rara habilidad de conseguir que me duerma aunque me haya pasado durmiendo los últimos dos años – añadió mientras recogía los ingredientes de la poción que habían estado estudiando aquel día e introduciéndolo todo en el caldero – La verdad, Lily, no sé cómo alguien puede hacer oposiciones para enseñar Pociones, si es la asignatura más aburrida después de Historia de la Magia.
- Pues a mí Pociones me gusta, e Historia de la Magia también – Lily se encogió de hombros, mientras ambos salían de la mazmorra donde se impartían las espantosas y aburridas clases del profesor Stone y comenzaban a subir las escaleras –. Tu problema es que la única asignatura que te divierte es Defensa Contra las Artes Oscuras, y en ese plan es completamente lógico que las demás te aburran.
- No, no es eso. Si tu teoría fuese cierta, sólo sacaría buenas notas en esa asignatura, pero saco extraordinarios en Transformaciones y en Adivinación.
Llegaron hasta el vestíbulo principal, donde los alumnos de Hogwarts iban y venían cargados con calderos, mochilas y demás utensilios escolares, dirigiéndose a sus casas para dejarlo todo e ir a cenar.
- No me extraña que saques extraordinarios en Adivinación – gruñó Lily, que odiaba a la profesora Swanborough desde que ésta le había dicho que a finales de diciembre su padre padecería un terrible accidente. Lógicamente, ese accidente nunca tuvo lugar, lo que hizo que Lily dedujese con rapidez que la profesora Swanborough se inventaba más de la mitad de las predicciones que afirmaba ver con su Ojo Interior, y no se fiaba un pelo de ella –, lo único que tienes que hacer para aprobar es inventarte desgracias y predecir tu muerte de quince maneras distintas. Adivinación es una bobada.
- Pero es un extraordinario más en mis calificaciones. En cambio, tú escogiste Runas Antiguas y no pasas de superar las expectativas – sonrió Severus con sorna, mientras Lily le dirigía una mirada fulminante por mencionar sus no satisfactorias notas en una de sus asignaturas preferidas.
- Me voy a dejar esto en mi dormitorio – farfulló, mientras caminaba con rapidez en dirección a las escaleras –, nos vemos después de cenar.
Lily comenzó a subir las escaleras, mientras Severus se dirigía hacia la sala común de Slytherin. Tuvo que hacer memoria para recordar la última contraseña que habían puesto («¡Maldición!») y entró con rapidez, directo a su dormitorio, pues los brazos empezaban a pesarle más que el caldero.
- Severus, te he estado esperando. ¿Por qué has tardado tanto? – preguntó una voz exageradamente caramelizada mientras una chica alta y delgada (la dueña de la voz) se levantaba de uno de los sillones que había enfrente de la chimenea y se dirigía a Severus con una mirada de reproche.
Severus frunció el ceño, desconcertado momentáneamente, pero después dirigió los ojos al cielo con gesto de paciencia infinita. Aquella chica era Meena Llewellyn, una de las alumnas de Slytherin de segundo curso. Era dos años menor que él y le acosaba con aburrida frecuencia. Incoherentemente (es decir, pese al desprecio que Severus siempre había mostrado hacia ella) había llegado a la conclusión de que Severus sentía tanta fascinación por ella como ella por él, e insistía en estar a su lado siempre que pudiese. Severus, por el contrario, consideraba a Llewellyn una chica pesada y arrogante, y ya que nunca había funcionado esquivarla, no sabía cómo hacerle entender que no estaba interesado en ella, sino en...
- ¡Ah, claro! – exclamó Meena recorriendo el caldero con la mirada – Supongo que tu última hora ha sido Pociones, con el profesor Stone.
Severus se limitó a asentir con la cabeza con pesadez, y a ignorar a Meena mientras se iba a su dormitorio para poder descargar el caldero e irse al comedor a reencontrarse con Lily, que seguramente ya estaba bajando de nuevo. Entró en la habitación, la cual compartía con Orlando Withmore, y dejó el caldero con los ingredientes junto a su baúl. Saludó a Orlando, que estaba tumbado en su cama leyendo el ejemplar de Conjuros, hechizos y encantamientos oscuros que siempre has querido conocer que le regaló su madre la pasada Navidad (Severus recordaba perfectamente los exagerados brincos que Orlando había dado nada más desenvolver el libro), y éste le devolvió el saludo con un rápido y prácticamente imperceptible movimiento de cabeza.
Cruzó la sala común y salió al vestíbulo del sótano, donde estaba situada la casa de Slytherin. Subió las escaleras y antes de poder salir del todo al vestíbulo abarrotado de magos en potencia (es decir, alumnos haciendo sencillos conjuros en los pasillos), se encontró repentinamente con Meena Llewellyn.
- ¿Qué quieres ahora, Meena? – preguntó irritado, mientras buscaba distraídamente a Lily con la mirada. Al ver que no conseguía vislumbrar ningún movimiento de cabeza pelirroja por entre el alumnado de Hogwarts, se centró de nuevo en Meena, que seguía observándole con adoración – ¿Qué? ¿Qué quieres?
- Nada, Severus. Da igual – Meena agrandó la sonrisa, aparentemente con la falsa esperanza de que Severus le preguntase con resignación qué quería, pero Severus se limitó a encogerse de hombros y la esquivó para dirigirse al Gran Comedor – ¡Bueno, en realidad me preguntaba si querrías cenar conmigo! – exclamó, al ver que Severus no se iba a molestar en preguntarle con más insistencia qué deseaba.
- Lo siento, Meena, tengo otros planes – gruñó Severus lo suficientemente alto como para que sólo Meena le escuchase. La sonrisa de Llewellyn se esfumó con rapidez, pero no pudo reprocharle nada porque aparecieron Ashley Shergold y Stacy Lawhead, las únicas amigas que tenía en Hogwarts, así que, para alivio de Severus, decidió dirigirse con ellas al Gran Comedor en lugar de continuar insistiendo.
Severus se dio la vuelta y continuó buscando la roja cabellera de Lily, que apareció con rapidez al pie de las escaleras que dirigían a la torre de Gryffindor. Se dirigió a ella con una gran sonrisa y Lily le miró con sorna.
- ¡Meena Llewellyn, Severus! – rió, aunque parecía estar molesta – Jamás te habría imaginado con una de segundo.
- Te aconsejaría no dejar que tu imaginación vaya mucho más allá, no estoy con ella. Se dedica a seguirme, desde que Orlando le comentó que me fascinan las Artes Oscuras parece ser que soy su ídolo. Es insoportable – suspiró Severus, mirando los ojos de Lily, tal vez con la esperanza de encontrar en ellos celos.
Lily le dedicó una sonrisa que Severus interpretó como aliviada (o más bien, con la albergada esperanza de que fuese una sonrisa de alivio), y se dirigieron hacia el Gran Comedor, donde nada más entrar vislumbraron a Meena, sentada entre Ashley y Stacy, mirando con tanto odio a Lily que parecía que le estuviese echando un mal de ojo.
- Tu amiguita me da miedo, Severus – murmuró, intentando esquivar la mirada de Meena, que los observaba con fijación. Severus soltó una carcajada y la acompañó hasta la mesa de Gryffindor, donde se encontró con la desagradable presencia de la pandilla de Potter, formada por el mismo James, Sirius Black, Remus Lupin y el irritante Peter Pettigrew, que aunque no le miraba con tanta repulsión como los otros tres, le dirigió una breve mirada de desprecio.
- Snape, supongo que no te habrás dado cuenta por eso de estar en las nubes, pero tu mesa es la del fondo. Sí, donde está esa niña que tanto te observa – sonrió Potter, que había dejado de lado el cuchillo y el tenedor y miraba con sorna a Meena Llewellyn.
- ¿Quién habría dicho que el atractivo e increíblemente excéntrico Severus Snape tenía una admiradora de nueve años? – añadió Black, haciendo que Severus frunciese el ceño con molestia.
- ¿Cómo puede caber tanto ego en una persona? – preguntó Lily enfadada, mirando a Potter como si fuese el ser más despreciable de Hogwarts (y seguramente lo era, desde el punto de vista de Severus) – Ah, claro, es comprensible: si careces de neuronas, hay más espacio – añadió, levantándose y cogiendo a Severus por el brazo.
Lily y Severus se fueron hasta unos asientos cercanos al extremo de la mesa, bien alejados de Potter y sus amigos. Lily seguía observándoles con odio, tenía los labios fruncidos y agarraba con fuerza el brazo de Severus.
- ¡No sé cómo alguien puede ser tan insoportable! – exclamó, mientras alcanzaba un nivel de crispación preocupante – ¡Ese Potter es tan... estúpido... narcisista!
Soltó el brazo de Severus y cerró los ojos con paciencia hasta calmarse. Después se sentó entre dos alumnas de tercero y le miró.
- Nos vemos después de la cena, Severus.
Severus asintió y se dirigió a la mesa de Slytherin. Orlando Withmore acababa de entrar en el Gran Comedor y se había sentado en el extremo de la mesa más cercano a las puertas del Gran Comedor, así que, lejos de querer sentarse junto a Llewellyn y su absurda obsesión, se dirigió hacia donde estaba Orlando y se sentó a su lado.
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