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Mensaje  Heckling Miér Ene 28, 2009 10:50 pm

- ¿Simon Swelling? – preguntó una enfermera emergiendo de la habitación donde estaba ingresado su padrino, mirando el portafolios que tenía en las manos y sin levantar siquiera la vista para ver quién era el tal señor Swelling.
Simon se levantó de un brinco, lo que sobresaltó a las personas que continuaban en la sala de espera. La enfermera lo miró sin el más mínimo atisbo de interés y volvió a darse la vuelta para entrar de nuevo en la habitación 552. Simon suspiró y la siguió. Dentro estaban su padrino, Dustin Cassidy, y el doctor Farmer, el médico personal del señor Cassidy. El primero estaba revisando algo que parecía ser un expediente médico, frente a la cama del hospital donde se encontraba tumbado el segundo.
Éste levantó la vista en cuando le vio entrar.
- Simon, chico, qué sorpresa verte por aquí – musitó Dustin, sonriendo débilmente –, supongo que conoces al doctor Farmer. Henry, éste es mi ahijado, Simon Swelling.
- Así que tú eres el famoso Simon Swelling – sonrió el doctor Farmer. Tenía el pelo increíblemente blanco, pero su expresión era jovial, aunque tenía claros síntomas de cansancio y parecía triste –. Dustin me ha hablado muy bien de ti, Swelling. Parece ser que eres una gran promesa para el negocio de Cassidy, algo que, desgraciadamente, nos viene bastante bien... – añadió con pesar.
Simon frunció el ceño confuso, mientras Cassidy suspiraba con resignación. Farmer le dirigió una mirada de reproche que, al parecer, Cassidy interpretó como una señal de arrepentimiento, y asintió paciente.
- Bueno, Simon. Creo que será mejor que te deje un rato asolas con tu padrino, pero no demasiado tiempo porque todavía tengo algunos temas que tratar con él – Farmer se dirigió a la puerta con parsimonia, mientras bajaba el portafolios –. Hasta luego.
Simon y Cassidy se quedaron solos en la habitación. Al chico todavía le costaba acostumbrarse al estado convaleciente en el que se encontraba Dustin. No sabía qué decir, así que se limitó a desviar la mirada por la habitación, cohibido. Dustin tampoco decía nada, lo que no era normal en él, ya que su trabajo se basaba en la conversación.
- Supongo que no has entendido muy bien lo que ha querido decir el doctor Farmer, Simon – dijo Cassidy, rompiendo el silencio. Simon continuó callado, pero esta vez miró a su padrino, que lo observaba con tranquilidad –. Creo que no hace falta que te diga que, la mayoría de veces, las cosas no son como las has planificado. Siempre creí que viviría para siempre, ¿sabes? Cuando era joven y tenía el mundo a mis pies, daba por hecho que el dinero compraba la vida eterna o algo similar. Nunca me planteé todo eso de la salud, ya sabes, me has visto más de una vez fumar puros habanos y beberme unas cuantas copas de brandy antes de irme a la cama – Simon se limitó a asentir, con la vista fija en la pernera de su pantalón –. Pues bien, ha acabado pasándome factura. Me han diagnosticado una infección en el hígado. La verdad es que de haber visitado al médico unos meses antes habría podido frenarse, pero se ha extendido demasiado.
- ¿Eso quiere decir que podría ser mortal? – preguntó Simon con un hilo de voz.
Todo aquello le recordaba a algo. Especialmente, la lluvia.
- Sí, más o menos. Antes de que deduzcas nada erróneo, permíteme corregirte con antelación, porque la medicación a esto no se paga con dinero, sino con tiempo. Tiempo que he perdido, Simon – suspiró Dustin –. Tampoco quiero pensar que mi final está a la vuelta de la esquina, pero a este paso no me queda otra que concienciarme. Espero que lo comprendas...
- ¿Que comprenda qué, que vas a acabar abandonándome como todos los miembros de mi familia? – preguntó Simon con desdén.
Cassidy pareció ofendido, pero mantuvo el mismo tono de voz, jovial pero triste.
- Simon, quiero que tengas algo muy claro: nadie te ha abandonado.
- ¿No? Vaya, qué suerte. Perdón, Dustin, pero ¿cómo definirías tú dejar a tu hijo en la puerta de su padrino, mientras tú te largas porque es demasiado para ti?
Dustin pareció repentinamente furioso.
- ¡Simon, cómo puedes decir eso! – exclamó fuera de sí – ¡Tu padre no te abandonó porque no te quisiera, y pensé que ya lo habías comprendido, niño idiota! No todos en esta vida somos afortunados y a tu padre la vida le trató a base de palos. ¡Viudo y con un hijo del cual encargarse, sin dinero y sin tiempo! ¿Tú qué habrías hecho? ¡Dime, qué habrías hecho! ¡Si quisieses a tu hijo de verdad, Simon...! ¿Le habrías condenado a la misma vida que tú o le habrías buscado una vida mejor? ¡Dímelo!
Simon se asustó. Nunca había visto a su padrino tan enfadado. Dustin comenzó a aminorar el ritmo de su respiración y cerró los ojos con paciencia, manteniendo los labios fruncidos.
- No pensé que todavía opinases que te abandonó, Simon – dijo por fin. Todavía tenía los ojos cerrados, pero era evidente que se había calmado –. Y yo tampoco voy a abandonarte. Abandono, hijo, significa desprenderse de algo voluntariamente. ¿Crees de verdad que quiero irme al otro barrio y dejarte aquí? Ni pensarlo, Simon. Pero, como acabo de explicarte, no todo en esta vida ocurre como nos gustaría... De todas formas, y gracias a Dios, todavía me queda un lapso de vida decente. La infección se extiende con bastante lentitud, y al no haber cura, lo único que tengo que hacer es esperar.
- Qué sencillo suena... – musitó Simon.
- ¿Verdad que sí? – rió Cassidy por primera vez, pero inmediatamente la risa se convirtió en tos – Tampoco puedo pedirle mucho más a la vida, sabes. Tengo dinero, una casa, y a ti. Cierto es que toda esa tontería del amor no la he encontrado nunca, pero por ahora me basto yo y lo que tengo, Simon.
- Más o menos, cuánto...
- Cinco meses, o seis, con un poco de suerte – dijo Cassidy con paciencia –. Parece una muerte increíblemente lenta, ¿no te parece? Cinco o seis meses esperando que de repente me dé un ataque al corazón y me quede patitieso, sin saber cómo ni cuando. Es curioso, te pasas toda la vida sabiendo que tarde o temprano morirás, y cuando llega el momento de pararte a esperar la muerte, te acuerdas de las mil y un cosas que siempre has querido hacer y que nunca has hecho, por haber pensado mil y un veces que siempre lo podías hacer en otro momento. Y entonces te dices que ya no hay otro momento. El hombre que citó «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy» era sin duda un verdadero sabio, Simon. No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy... – añadió en un suspiro – Debería ser el lema de toda nación. Pero no lo es... prefieren decir que es más importante luchar que quedarse sentado en el sillón, disfrutando la vida a tu manera, o que es más importante servir a tu patria que emigrar. ¡Bobadas! Lo importante es no desaprovechar las oportunidades, porque hoy en día todo el mundo cree en las segundas oportunidades, ¡pero eso no quiere decir que siempre las den! Además, no siempre habrá dos oportunidades. Pase lo que pase, a veces hay situaciones que no se repiten, oportunidades que no se te pueden volver a dar, Simon. Así que, y aunque suene a discurso de lecho de muerte, cuando tengas algo, algo que te importe de verdad, agárralo con fuerza y no lo dejes escapar, nunca, porque si no llegará un día en el que te digan que te quedan menos de seis meses de vida por haber hecho el imbécil durante toda tu vida, y entonces pensarás en todo lo que te estoy diciendo, Simon. Y ahora es cuando me paro a pensar en todo lo que no te he dicho, en todo lo que no he vivido contigo, en todo lo que me he perdido por haberle dado más importancia a algo que, ahora mismo, no me sirve para nada. Alcohol, drogas, mujeres, trabajo. Nunca limites tu vida, Simon, nunca. Quien lo hace es un necio y yo soy la clara muestra de ello, nunca pensé que podía haber algo más allá de todo lo que el ser humano considera buena vida, y ahora lo único que me queda hacer es reírme de mí, porque lamentarme no me sirve para nada... – suspiró Cassidy, pero su discurso se vio interrumpido por un repentino ataque de tos. Simon aprovechó para enjugarse las lágrimas con disimulo.
Tocaron a la puerta, y Dustin negó con la cabeza con resignación. Parecía querer decirle muchísimas más cosas, pero se vio interrumpido por el doctor Farmer, que entró en la estancia seguido de la enfermera y con el portafolios en mano.
- Discúlpame, Dustin, pero tengo otra cita y todavía tenemos que hablar de asuntos importantes – argumentó Farmer –. Swelling, ¿te importaría dejarnos solos?
Simon pareció querer evitar la separación, pero el doctor Farmer le dirigió una mirada terrible que le aclaró lo en serio que iba la petición, y salió arrastrando los pies de la habitación 552, no sin antes echarle una fugaz mirada de odio a la ventana, donde resbalaban las gotas de lluvia.
Heckling
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Mensaje  hermii_93 Jue Ene 29, 2009 2:17 am

O.O me has enganchado
Pobre Simón u.u
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